Monday, January 19, 2009

Decoro

Las palmas de las manos se sonrojan cuando la despojo de sus vestimentas. Los dedos se excitan ante el sentimiento de volver a estrecharla ávidamente entre ellos. Los nervios se tensan, las venas azules palpitan henchidas contra la piel blanca, con prisa, espasmódicas, ansiosas de poder ponerse en contacto con ella.
El organismo entero concetrado en las manos. El organismo entero en plena ebullición.
Todas y cada una de las neuronas arremolinadas en los largos y finos dedos que, diestros, se disponen a dejarse llevar sumidos en un taciturno trance.

La echo de menos soberanamente.


Un día la cámara rodó y terminé fotografiando mis manos;
entonces empecé a verlas como un paisaje.



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Elle est enchantée quand elle voit lui...
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Hedonista de veintitantos por Ana Ávila se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.