Suponía que perderse era aquello. Nadie la conocía y ella no conocía a nadie. No obstante, los extraños posaban miradas curiosas sobre su figura menuda que, descalza, vagaba errante por callejuelas estrechas y pobremente pavimentadas.
No entendía a nadie y nadie la entendía a ella. Nadie la esperaba. Nadie la buscaba. Ni tan siquiera él. Estaba perdida en medio de un lugar alejado de lo conocido o de lo que se pretende conocer. Sin interés por regresar a aquello de lo que huía, atraída por el anonimato y el aislamiento de encontrarse imbuida en una cultura diferente y distante de la suya propia.
Estaba perdida y no le importaba en absoluto. Siguió caminando sin prestar atención a las exclamaciones de extrañeza de los lugareños en aquella lengua extranjera. Llegó hasta el mirador. El mar era cerúleo. Su extensión era infinita. Se mezclaba con el cielo en el horizonte. Estaba perdida y aquello era justo lo que quería. No iba a volver a allí de donde provenía jamás.
P.S.: El calor me ha dejado sin ganas de hablar de mí (en primera persona, al menos). De todos modos, la rutina ahora se hace boba e insulsa gracias a haber enfilado la recta final del curso (¡gracias, exámenes!).
¡Sed felices y no dejéis que los apuntes os engullan!
1 comment:
Bonito texto y bonita foto. Me siento identificada con eso que has escrito. Al fin y al cabo, es lo que pasa cuando te vas de Erasmus. :)*
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