Monday, September 13, 2010

13092010



Es uno de los lugares más bonitos de España (decir del mundo entero implicaría proferir una desmedida necedad). Ya son casi dos meses y medio caminando día sí y día también por sus empedrados milenarios. Contemplando atardeceres eternos en los que mil veces las nubes han salido ardiendo con el fuego de un sol justiciero ante la pasividad de un cristalino cielo. Haciendo testigo de mis idas y venidas y de cada una de mis acciones a cada una de las piedras que en silencio guardarán eternamente la memoria de esos momentos. Tanto tiempo intentando detener un tiempo que parece se detiene entre sus murallas, pero que, realmente discurre como el agua de un río (si ya lo dijo Heráclito...) y se lleva por delante la fragilidad de la vida a placer.
Ahora ya basta de vivir en una burbuja pretendida atemporal. Basta de la placidez de contemplar impertérrita cómo el tiempo se consuma lenta e inexorablemente. Fin del estío.




1 comment:

manolito said...

En el pueblo el tiempo va más despacio.

Me alegro que estés de vuelta.

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Hedonista de veintitantos por Ana Ávila se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.