Son casi las seis y tengo hambre, pero bebo agua helada. Llevo un moño encaramado en la coronilla para estar fresquita a pesar de que los rizos luego se me queden mal. Voy vestida de negro y llevo las uñas a juego. Me he acabado un libro (El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza) e inmediatamente después, he empezado otro (Entre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato). Me he descargado música comercial y fea, aunque lo he enmendado con Why Try Harder de Fatboy Slim. Tengo ganas de hacer fotos. Tengo ganas de ir de compras. Pero tengo obligaciones en forma de trabajo para la universidad. No me gusta escribir memorias de arte (y menos si son acerca de arquitectura). No me gustan las recensiones acerca de artículos de Arqueología, pero me caen bien los griegos. Mañana voy a Itálica. Seguro que hace calor. Llevaré sombrero y agua. Me sorprende la cantidad de estupideces que puedo escribir acerca de mi propia persona humana en poco rato. Sí, podéis concluir que me aburro (y mucho).
Protegéos del sol llevando sombrero, sed felices y no dejéis que una víbora os ataque.